Todo comenzó hace 14 años cuando estuve estudiando unos meses en Toronto, Canadá. En una de mis clases había que presentar alguna tradición de nuestro país y por elección democrática compartí la celebración del Día de Muertos. Éramos un grupo de aproximadamente 15 estudiantes de diversos países donde predominaba la cultura oriental, ellos, en especial, quedaron enormemente sorprendidos, sin exagerar, con esta tradición. Esto me llenó de asombro, debo confesar que a mis 19 años no me parecía tan trascendental esta festividad; sin embargo, por la reacción que había causado decidí conocer en qué lugar de México vivían con mayor fidelidad esta tradición y ni más ni menos era en el pueblo de Pátzcuaro, Estado de Michoacán, lugar que se uniría a mi lista de sitios por conocer, es decir, en uno de mis sueños.
Hace año y medio me topé con un chileno con quien no solo he compartido algunos viajes en diversos rincones de México, sino también el gusto por el misticismo de la celebración del Día de Muertos; de igual manera, me ha contagiado el inmiscuirnos sobre el origen e historia de La Catrina, pero como diría la «abuelita de México»: esa es otra historia.
Durante este tiempo, el chileno ha visitado en seis ocasiones México, en esta última pensamos que era el mejor momento para por fin conocer Pátzcuaro. No miento cuando digo que disfruté el viaje desde la carretera, el lindo paisaje y la emoción de cumplir mi deseo de varios años atrás amenizaban el camino. Llegamos a Pátzcuaro el 1ro de noviembre, por lo que no lo pensamos ni dos veces para encaminamos hacia Muelle General donde tomamos una de las particulares lanchas que nos llevaría a la Isla de Janitzio. En el trayecto, no importó el frío o el ruido de la lancha para apreciar el hermoso atardecer que adornaba a lo lejos la isla. Una vez que desembarcamos, los olores, las personas del lugar, la artesanía, los coloridos locales, el sin número de turistas nos avisaban que por fin estábamos viviendo en carne propia la tradicional celebración del Día de Muertos. Conforme subíamos los escalones me maravillaba como todas las mujeres y niñas purépechas parecían uniformadas con su tradicional vestido bordado de flores.
Al ser turistas, lo que más deseábamos era llegar al panteón para ver las ofrendas, cuál fue nuestra sorpresa que parecía una postal, era impresionante el número de velas y flores de cempazuchitl que lo adornaban, ambas reflejaban sombras, uno envuelto en esa magia, imaginaba que esas sombras eran las almas que ya estaban de visita. Continuamos subiendo la isla hasta concluir los 300 escalones, donde se encuentra el mirador y la enorme estatua de José María Morelos y Pavón, era inevitable no tomar fotos hacia el lago iluminado por las lanchas que continuaban llegando.
Cada nivel de la isla me enorgullecía ser mexicana y miraba al chileno como presumiendo mi cultura, no sé si lograba compartirle mi sentir pero lo que sí sé es que esta enigmática tradición lo cautivó tanto como a mí. Caminamos, cenamos, compramos artesanía, tomamos ponche; en fin, hasta vimos la tradicional danza de los viejitos propia del estado de Michoacán que representan los niños con una máscara de una persona de la tercera edad, con un sombrero con listones colgando, bastones y el particular sonido de los huaraches, todo en conjunto hizo que esta experiencia fuera más de lo que esperábamos.
A nuestro regreso, la oscuridad de la noche, la brisa del lago, las luces a lo lejos del pueblo de Pátzcuaro, nos acompañaban en nuestra conversación sobre lo que acabábamos de vivir y sobre lo que haríamos los tres días restantes, que vale la pena compartirlo en otra crónica. Por mi parte, puedo decir que haberlo vivido con el chileno, se vuelve mucho más enriquecedor al conocer la visión del extranjero y no tengo más que agradecimiento por la excelente compañía para este viaje, para este sueño.
Espero haber transmitido parte de las costumbres de esta tradición de una de las regiones de México y motive para que más mexicanos y extranjeros visiten la Isla de Janitzio.
Es lindísimo Janitzio yo quiero regresar! Vamos todos!
¡Si es bellísimo! gracias por tu comentario
Gracias por transportarnos a lugares tan lindos de México y por seguir enriqueciendo y difundiendo nuestra cultura. Gracias por compartir tus experiencias y sueños cumplidos, en espera de más artículos que nos lleven a tan mágicos lugares.