Juan Torres escultor moreliano, llegó a Capula en 1980 con la idea de establecer un taller, dentro de este taller, nació la idea de representar a La Catrina en barro para aprovechar la tradición alfarera de la localidad. Juan Torres se inspiró para su realización en el grabado de Guadalupe Posada y el mural de Diego Rivera. En los talleres se emplearon personas de la comunidad, esta primera generación estaba conformada por don Álvaro de la Cruz y don Faustino Aguilar, entre otros. Las primeras piezas eran greteadas (esmalte) técnica ya utilizada en platos y ollas.
Las primeras catrinas se expusieron en la casa de las artesanías de Capula y después se comercializaron en la Ciudad de Pátzcuaro. Posteriormente La Catrina sería llevada a Estados Unidos en los años noventa con exposiciones en la ciudad de Chicago, esto le dio un realce por la difusión, dándola a conocer a nivel internacional.